Cuento policial
Roja
diversión
La fiesta era en la casa
de Marcos, mi mejor amigo. Era su cumpleaños y de casualidad sus padres estaban
fuera de la ciudad esa semana. Una casa hermosa, de dos pisos con piscina y un
amplio patio para que la gente pueda disfrutar. Casi toda la escuela asistió,
incluyéndola, ella, rubia de ojos marrones y un cuerpo despampanante. Mi mejor
amiga y la chica de la cual estoy enamorado. Tenía planeado decirle lo que
sentía durante la fiesta.
Ese día llegué temprano a
la casa de mi amigo para ayudarlo a preparar todo. En el proceso brindamos por
su cumpleaños con una cerveza. No me gusta mucho la cerveza, pero había que
empezar tranquilo aquella noche que se veía venir inolvidable. Y así pasaron
las primeras horas de la jornada, sin inconvenientes y bebiendo todo lo que se
cruzaba en mi camino y bailando con todo el mundo, incluido el enano vestido de
Chucky que había contratado Julio, un amigo de Marcos del club y exnovio de mi
mejor amiga. No estoy de acuerdo en que las personas sean utilizadas como
entretenimiento, pero había tomado tanto y el disfraz era tan adecuado que no
me importó, la peluca roja, el overol azul incluso un cuchillo que parecía muy afilado,
pero comprobé que era de plástico.
Cuando vuelvo a entrar a
la casa estoy casi inconsciente y voy camino al sillón de la sala de estar y no
noto como Julio pasa por al lado mío hacia donde está la fiesta. El antiguo
reloj de madera que esta en el cuarto de estar marcan las 5 de la mañana con el
campanazo habitual de esos relojes viejos. Me quedé dormido hasta que los
ladridos de Coco me despertaron. Coco es el perro de Marcos, un caniche negro y
super amoroso que lo tiene desde que nos conocimos hace casi una década. Cuando
me doy cuenta hacia donde estaba ladrando le grito que haga silencio con los
ojos cerrados. Al ver que los ladridos no cesaban decido levantarme como puedo
para ver que es lo que pasa.
Cuando llego hasta donde
estaba Coco me encuentro con la puerta del baño de invitados, que se podía ver que
la luz estaba encendida. Pensando que era una pareja que buscaba un poco de
privacidad les digo que salgan, y a la quinta vez en la que no consigo
respuesta empiezo a hacer fuerza para abrirla. Luego de varios intentos logro
abrir la puerta y lo que veo me deja petrificado. El espejo roto, el inodoro
rebalsado y a ella tirada, inconsciente. Intento despertarla, pero no hay caso,
así que llamo a una ambulancia sin pensar que el patio de la casa estaba lleno
de menores de edad tomando bebidas alcohólicas.
La ambulancia llega
acompañada de un patrullero y les comento la situación. Me dicen que ya no
había chance, que era muy tarde para ella y me rompo enfrente del policía a
quien utilizo como consuelo. El me intenta calmar y me explica que tengo que
acompañarlo a comisaria a dar una declaración. Unos días después del funeral la
policía abre una investigación porque la muerte de mi mejor amiga no había sido
un accidente, alguien la había matado y creo saber muy bien quien fue.
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