Visión

 

De repente la plataforma en la que estaba parado empieza a subir, la oscuridad del túnel se intercambia con el sol y la claridad de la mañana. Una cuenta atrás y 12 personas menos. “Quedan 12” pienso para mis adentros. Escucho el cañón y me doy cuenta que ya no estoy en casa, jugando con mis amigos o cenando las comidas que mi mamá me preparó. Estoy por mi cuenta, solo, tratando de sobrevivir. Llega la noche y recuerdo el momento que fui elegido, mi hermana desconsolada y mi madre se aguantaba las lágrimas. Pasan unos días y quedamos dos, estoy cansado, con hambre, pero resisto. Cuando lo veo corro hacia el con una espada en la mano. Un cañón. Mis manos rojas por la sangre de mi rival, o capaz era mía, miro la herida en mi abdomen y cierro los ojos.

Cuando los vuelvo a abrir, estoy en mi cama, solo en la habitación de mi casa, sudado y con la respiración agitada. Miro por la ventana y veo a un conejo saltar por el jardín alrededor de las rosas blancas. Parece un dejavú y es el momento en el que escucho una taza romperse en la cocina que me doy cuenta lo que está pasando. Escucho mi nombre en la plaza del pueblo y sé que es lo que va a pasar.

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