Tren de los recuerdos


Era marzo del 2007, un día extremadamente caluroso, o al menos así lo recuerda mi yo pequeño de 2 casi 3 años. Me fue a buscar mi papá a la guardería a la que asistía convenientemente en el trabajo de mi madre. Llego al hospital y entro a la habitación donde descansaba mi mamá y junto a ella en una pequeña cuna de vidrio yacía mi hermana recién nacida. Sin embargo, mis ojos no se focalizaron en el pequeño ser humano en la habitación, sino que se quedaron observando una caja envuelta en un papel de regalo, mi mente ingenua, normal para un nene de dos años creyó la mentira de mis padres “es un regalo que te trajo tu hermana”.

Meses después recuerdo estar en mi casa jugando con lo que era uno de mis juguetes favoritos, no era un muñeco de un superhéroe, ni un autito de juguete o el regalo que “me había traído” mi hermanita pequeña. Yo jugaba con las ollas que usaban mis padres para cocinar, una foto mía con dos ollas en la mano casi y una en la cabeza me ayuda a recordar esa época con cariño, un tiempo en el que solo me preocupaba por jugar con juguetes y mirar la televisión.

Si hacemos un salto en el tiempo al año 2014, mi vida se oscurece. Tuve un bajón de rendimiento en la escuela primaria a la que iba y pasé momentos muy duros al sentirme excluido con mis amigos. A fin de aquel año, en diciembre estaba en mi cas viendo videos por YouTube en la computadora cuando mi padre atiende el teléfono. Luego se encierra en la habitación con mi madre y al salir nos pide a mi hermana y a mí que nos vistiéramos rápido. Al ver salir a mi madre de la habitación con lágrimas cayendo por su rostro comprendí lo que estaba pasando y mi padre me lo confirmo posteriormente. Mi abuelo ya no estaba y hasta el día de hoy considero el día más difícil de mi vida. Fue mi primer encuentro con la muerte y es algo que no se lo deseo a nadie.

Estos 3 recuerdos a pesar de capaz no ser los más felices o significativos, son uno de los recuerdos que más me marcaron la vida y que sin quererlo o no, los mantengo presentes y vivos en mi memoria, ya sea cuando discuto con mi hermana, cuando me cocino unos fideos con aquellas ollas con las que jugaba de pequeño o simplemente viendo una foto de mi querido abuelo que tengo en el living de mi casa.

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